He will establish the Kingdom
of God in this world.
ARE YOU READY???
'UNA CARTA ABIERTA'
SATANÁS Y LA CREACIÓN (Parte 1 de dos)
LECTURA BÍBLICA:
Ezequiel 28:12-14; Is. 14:12ss.; Dn.
10:1ss.; Lucas 22:3,4; Ap. 16:13-16; Mateo 4:1-11; Is. 14:12-15;
Ez. 28:15-19; Ap. 12:9; Jacobo 4:7; 1 P. 5:8-9; 2 Co. 10:4-5; 2 Co. 12:7; Fil.
4:8; Lc. 4:39; Marcos 9:25; Hechos 16:6; 1 Jn. 1:7; He. 10:22; Mateo 8:25; Job
3:25; Ef. 4:27; 1 Pedro 5:8-9; Mt. 12:28; Lc. 10:19; Lc. 10:17; Lc. 10:19;
Génesis 2:17; He. 2:14; Colosenses 2:12; Fil. 3:10; Colosenses 2:12; Efesios
1:20-22; Efesios 2:6; Efesios 6:11-13
El hombre tiene que saber toda la verdad del mundo
espiritual. La verdad es, que aparte del Espíritu del Dios Triuno, y sus
ángeles fieles, hay en la dimensión espiritual, el espíritu de Satanás con
todos sus ángeles caídos. Todos ellos, están en constante lucha para la
supremacía espiritual y física en la creación. Si el hombre no es consciente de
lo que está pasando en la esfera espiritual y física, nunca podrá percibir
cuáles son las maquinaciones de las fuerzas espirituales, que se oponen al Espíritu
del Dios Triuno. Y esto tendrá consecuencias severas en su vida personal.
Satanás y sus ángeles,
son extremadamente poderosos, sea en la dimensión espiritual, sea en la
dimensión física. Toda la creación ha sido creada por el Espíritu del Dios
Triuno y esto incluye la creación física y la creación espiritual. Los
espíritus creados, sea fieles al Espíritu del Dios Triuno, o apartados de Él,
son enormemente más poderosos. Son mucho más poderosos que la creación físicas.
Ellos pueden hacer lo que quieran hacer, sea al hombre natural, que en la
esfera del mundo físico, a menos que Dios específicamente intervenga para
prevenirlo. A pesar que todos los principados y las potestades diabólicas,
ya han sido juzgados y no tiene ninguna autoridad, debido a la obra de
Cristo, ellos siguen abusando de su poder para poseer o infiltrarse en
toda la creación y esto incluye todos los seres humanos, para frenar la
formación del Reino de los cielos. Esto nos incluye a mí, y a ti.
No importa si estás
antes o después de la cruz, si eres un niño en Cristo o un Huiós de Dios, todos
podemos ser infiltrados, y lo peor es, que casi la totalidad de la humanidad lo
es. Si el mismo Satanás pudo infiltrarse en la mente de Jesucristo que no tenía
pecado alguno, es perfectamente posible que en este momento esté, se de una
manera y otra, infiltrándose en tu corazón y en el mío.
Con la posesión es
diferente. Los hijos del Espíritu del Dios Triuno, no pueden ser poseídos por
las fuerzas satánicas, debido que tiene formado en sus corazones el
Espíritu del Dios Triuno, pero si, todo el resto de la creación. Esta es
la razón del porque existe mucha brujería, hechicerías, ocultismo, meditación
oriental y sectas que adoran y usan el poder de Satanás. Todos ellos tienen
altas posibilidades de ser poseídos de los espíritus rebeldes a Dios, a saber,
los demonios.
Estas personas,
funcionan y tienen éxito, porque el poder Satánico las hace funcionar, y Dios
en muchos casos no está interviniendo para impedirlo, respectando el
libre albedrío del hombre..
Hermanos y hermanas, no
se deje engañar, Satanás es el señor, y el dictador de este mundo, con
poder, posición que sigue usurpando, a pesar que tiene sobre su cabeza una
sentencia de muerte, que pronto se cumplirá, en la segunda venida del Espíritu
de Cristo procesado, mediante el Nuevo hombre, en la cual cabeza está el
Espíritu de Cristo procesado. Alejases Usted de todas estas
personas, poseídas de los demonios, debido que tienen poderes sobre
naturales maléficos que pueden dañar su existencia.
En el capítulo 10 de
Daniel, vemos que las fuerzas de Dios y las fuerzas Satánicas se están
peleando, por el control de los reyes de la Tierra. Satanás y sus ángeles
demoníacos, están trabajando activamente y poderosamente por medio de hombres
que viven en la historia, para alcanzar sus metas, que consisten en la
aniquilación del mundo, para dejarlo otra vez desordenado y vacío; para que las tinieblas vuelvan a estar
sobre la faz del abismo, para que el cuerpo del Espíritu de Cristo
procesado no se acabe de constituir, y pudiera así
quedarse incompleto y inútil por el Espíritu del Dios
Triuno.
Son conocidos que los
demonios, pueden poseer físicamente a los seres humanos. Satanás entró en
Judas, para que aceptara traicionar a Jesucristo. En Lucas 22:3,4; se dice:
Lu. 22: 3 Y entró Satanás en Judas, por
sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;
4 y éste fue y habló con los
principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo
entregaría.
Durante la gran
tribulación y durante el reinado del anticristo, satanás y sus demonios,
poseerán el corazón de todos los principales líderes mundiales.
En Apocalipsis 16:13-16
se dice:
13 Y vi salir de la boca del dragón, y de
la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a
manera de ranas;
14 pues son espíritus de demonios,
que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para
reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
15 He aquí, yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y
vean su vergüenza.
16 Y los reunió en el lugar que en
hebreo se llama Armagedón.
A pesar que el Espíritu del Dios Triuno está firmemente al
control de toda su creación, y esto incluye también a los ángeles caídos,
satanás, simplemente usa y abusa de sus ambiciones, para intentar a terminar su
obra, de la manera que Él se lo había propuesto desde el día de su traición,
pero solo en la manera y forma que el Espíritu del Dios Triuno se lo permita.
Al final de los tiempos, no habrá la aniquilación del mundo
o de la raza humana como espera conseguir Satanás, y como piensan muchas
personas. Al final de los tiempos, el Espíritu del Dios Triuno, volverá a tener
el control absoluto del poder, y la autoridad, sobre toda la creación y nadie
podrá entonces obstaculizar su plan, para la completa redención de toda la
creación y la formación del reino de los cielos..
Como tenemos dicho, Satanás no puede poseer a los Hijos de
Dios, pero si puede infiltrarse en ellos, sean ellos niños en Cristo, o Huiós
del Dios Altísimo, como se infiltró en el corazón de Jesucristo. En Mateo
4:1-11; dice:
4:1 Entonces Jesús fue llevado por el
Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
2 Y después de haber ayunado
cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3 Y vino a él el tentador, y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Él respondió y dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios.
5 Entonces el diablo le llevó a la
santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,
6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios,
échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En
sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.
7 Jesús le dijo: Escrito está
también: No tentarás al Señor tu Dios.
8 Otra vez le llevó el diablo a un
monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
9 y le dijo: Todo esto te daré, si
postrado me adorares.
10 Entonces Jesús le dijo: Vete,
Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
11 El diablo entonces le dejó; y he
aquí vinieron ángeles y le servían.
Vemos como Jesucristo se resistió a Satanás, poniendo su fe
en Su palabra que era Su verdadera realidad. Satanás no insistió dos veces en
cada tentación, solo una. El Señor, resistió mediante la Palabra no dos veces
sino una solo. Después de la primera tentación Satanás pasó a una segunda y una
tercera. Después de esto, Satanás, tuve que dejar a Jesucristo, y en
su lugar, vivieron los ángeles y le sirvieron. De todo esto, tenemos que
aprender unas lecciones fundamentales para nuestro crecimiento en el camino
espiritual.
Satanás, que se conoce también como la estrella de la
mañana. Fue creado por el Espíritu del Dios Triuno, como el ser espiritual más
poderoso y con más autoridad, después de Dios. Un día se rebeló debido a su
vanagloria, creyéndose a sí mismo, como si fuera Dios. Debido a su vanidad, fue
juzgado, y despojado de su autoridad por la obra de Cristo. Desde
su rebelión, el Espíritu del Dios Triuno, cambió su nombre, con el
nombre que lo conocemos hoy en día: Satanás el diablo. Esto echo es mencionado
en Is. 14:12-15 y Ez. 28:15-19; y Ap. 12:9;
Is. 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh
Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las
naciones.
13 Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;
14 sobre las alturas de las nubes
subiré, y seré semejante al Altísimo.
15 Mas tú derribado eres hasta el
Seol, a los lados del abismo.
15 Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.
16 A causa de la multitud de tus
contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del
monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín
protector.
17 Se enalteció tu corazón a causa
de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te
arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
18 Con la multitud de tus maldades y
con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué
fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la
tierra a los ojos de todos los que te miran.
19 Todos los que te conocieron de
entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre
dejarás de ser.
12:9; Y fue lanzado fuera el gran dragón,
la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
El nombre Satanás significa “oponente” o “adversario”. Su
propósito es impedir la formación de Nuevo Hombre, para retrasar a lo máximo
posible la segunda venida del Señor, la cual está relacionada con el
aprisionamiento de Satanás y de todos sus seguidores, en el lago de azufre y
fuego, y con el comienzo del Reino de Dios.
Resumen: Satanás fue originalmente el Arcángel que ocupaba
la posición más alta de entre todos los ángeles que Dios creó. Él se rebeló
contra Dios, debido a su soberbia y vanidad y se convirtió en el adversario de
Dios, el enemigo de Dios. Los cielos, la tierra y el universo entero se
corrompieron a causa de la rebelión de Satanás y cayeron bajo el juicio de
Dios quedando la creación desolada y vacía. El juicio de
Dios sobre Satanás se está llevando a cabo gradualmente, y continuará
hasta la venida de Cristo, cuando Satanás será atado y después de mil
años será arrojado al lago de azufre y fuego para ser castigado por la
eternidad. De esta manera, el juicio de Espíritu del Dios Triuno sobre Satanás,
será completado.
LAS OBRAS DE SATANÁS
En 2 Corintios 10:4-5 se dice:
4 porque las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
5 derribando argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo,
A- Satanás
ataca el corazón DEL HOMBRE, en particular su corazón, en su mente, su
voluntad, sus deseos, sus pasiones, y sus sentimientos con un fin especifico:
1. Para
destruir toda relación humana.
Satanás y sus ángeles caídos, saben manipular perfectamente
la vanagloria del hombre natural y de los hijos de Dios. Lo hace o por medio de
una infiltración, o por medio de una posesión de sus corazones.
En el caso de un Hijo de Dios, solo puede hacerlo mediante
una infiltración.
La posesión es un estado permanente, la infiltración es un
estado pasajero.
Cuando el Hijo de Dios recobra su comunión con el Señor, el
Hijo de Dios tiene todas las posibilidades de ser librado de la infiltración
del espíritu de Satanás en su corazón, mediante la proclamación de la Autoridad
de la Palabra y de su testimonio.
La Altivez, es un sinónimo de la Vanagloria. El usa la
Vanagloria, para que el hombre aporte escusas a su comportamiento y se auto
justifique con el fin de sentirse bueno y que no ha hecho nada malo. Todas
estas escusas, son sugeridas por el mismo Satanás, o de sus diablos, en el
corazón del Hombre natural, o del Hijo de Dios, ya redimido y justificado Esto
es debido al grande poder, que tiene sobre el hombre, y sobre la creación,
debido a los viejos habito del hombre en usar la ley de conocimiento del bien y
del mal, que consiste siempre en tomar una decisión subjetiva, que satisfaga su
“ego”.
Él hombre, se apropia como suyos, estos argumentos,
creyéndolos como verdaderos.
Bajo estas sugerencias Satánicas, el hombre se rebela al
Espíritu del Dios Triuno, no sometiéndose a su Voluntad y a Su justicia,
creyéndose estas sugerencias, como suyas y verdaderas, pero solo fundadas en la
ley del conocimiento de bien y del mal que siempre obra en favor del hombre.
El hombre natural o el hijo de Dios, tienen la tendencia de
imaginarse situaciones hipotéticas como una realidad. Cree que una indirecta,
es un ataque personal de su próximo, y debido a esto, y a su Vanagloria, actúa
en una forma totalmente subjetiva e inapropiada, cayendo así en las garra de su
adversario el diablo, intentando de manipular toda situación a su favor.
Los hijos del Espíritu del Dios Triuno, tienen que aprender
a detectar estos pensamientos irreales, que no son suyos, y que no reflejan la
realidad, y rechazarlos firmemente. En estos casos, tenemos que volverse como
unos niños recién nacidos, imitando sus purezas, y sus inocencias.
Al mismo tiempo, los Hijos del Altísimo, tienen que ser
astutos como la serpiente, para manifestar abiertamente todas las maquinaciones
de los espíritus malignos, acusándolos y haciéndoles manifiesto que ya no tiene
ninguna autoridad, debido a la sangre del Cordero, del Espíritu del Dios
Triuno, derramada en favor de toda la creación.
El hombre está tan acostumbrado a estos tipos de ataque,
que ya no distingue los que se originan en él, y los que se originan en
Satanás. Lo que es falso y lo que es Justo, según la voluntad del Espíritu del
Dios Triuno.
Hermanos y hermanas somos tan simples, de considerar que
todo lo que pensamos, siempre son nuestros pensamientos, a pensar que estos, NO
son reales, Ni verdaderos, Ni justos.
Es por esto motivo que Satanás tiene tanta facilidad y
poder para engañarnos.
Hermanos y hermanas, tomar muy en serio cuando se afirma en
esta lectura. Casi todos en este mundo, están siendo por lo menos
infiltrados por espíritus diabólicos, en alguna parte de su corazón, en este
mismo momento.
Tan seria y grave es esta situación.
A veces Satanás produce en el Hijo del Dios Triuno, un
sentimiento, o un pensamiento, que un hermano o hermana, esposa y esposo, tiene
algo en contra de él/ella. Esto es muy común. Esto pensamiento irreal, puede
producir una verdadera barrera, y crear disputas mortales, cuando de hecho no
ha pasado absolutamente nada.
Una manera de cómo solucionarlo, es primeramente detectar
que este pensamiento no es real. Segundo denunciar a Satanás como su autor, y
en tercero lugar, hablarlo directamente con la persona implicada, para
esclarecer toda situación en toda humildad.
Solo detectando, denunciando, y rechazando estos tipos de
ataques, aclarándolos con nuestro próximo, estaremos derribando toda
posibilidad se ser tentados por el diablo, que usa estos métodos tan sutiles,
para engañarnos.
En esto tema hay dos situaciones extremas.
1. Ignorar
que Satanás usa este método.
2. Dar
demasiado importancia a como Satanás implanta estos pensamientos en nuestra
mente.
Los dos extremos son mortales.
El primero, porque no podremos detectar los ataque y
tentaciones de Satanás.
El segundo porque si nos detenemos demasiado en analizar
las maniobras de Satanás, nuestra mente estará siempre ocupada en pensar cosas
negativas y nos haremos inservibles para el servicio del Señor. Estando
continuadamente en alerta por si acaso Satanás nos está tentando, caeremos en
otra trampa de Satanás, porque en este caso, él estará ocupando nuestra mente,
sin darnos ningún descanso.
Nuestro ojos, no tienen que ser puestos en Satanás, más en
el Espíritu Vivificante y Él nos dará la Luz necesaria para que podemos
descifrar correctamente todas las situaciones cuando se presenten. Solo así
podremos gozarnos de victoria sobre victoria.
Satanás ataca principalmente nuestro corazón, por medio de
engaños y mentiras y provoca en nosotros sentimientos irreales, alterando así
la paz de nuestra consciencia. Él nos hace creer que sus pensamientos son
verdaderos, cuando solo se basan en la ley del conocimiento del bien y del mal.
Tenemos que recordar una vez más, que sea el bien que el mal es un camino que
siempre origina la muerte espiritual, de la misma manera que la produzco en
Adán y Eva. Solo lo que es justo según la voluntad del Espíritu del Dios
Triuno, puede producir la Verdadera Vida, Paz y Gloria al Señor.
En el momento que comprobamos que estos pensamientos son
falsos, y que solo pueden producir la muerte, tendremos la certeza que
provenían de Satanás, y el tendrá forzosamente de huir de nuestra mente, y
podremos vencer todas sus tentaciones.
Satanás es muy sutil en sus provocaciones. Nunca se expone
de una manera directa, siempre está encubierto y nos engaña mediante deseos
inapropiados, mentiras y falsedades manteniéndose siempre en oculto, provocando
disputas, peleas, pugnas y terror. Necesitamos quitarle su máscara con rapidez
y prontitud.
Si queremos tener éxito, tenemos que aclarar con nuestro
próximo, toda situación que nos parece ambigua, con toda humildad y mansedumbre
y con toda prontitud. Tenemos que valorar nuestras básicas necesidades, para
mantener marginado el mundo de nuestra mente. Nuestros deseos desmesurados,
pueden ser la causa de muchas riñas. En modo particular, en el mundo consumista
en que vivimos hoy. Casi todos están enganchados al Internet para comprar y
desear todo lo que pueden o no pueden comprar, no importa cuánto coste. El
intenta a que estemos atados a todo lo que ofrece el mundo, para mantenernos
esclavizados de nuestros deseos y pasiones.
Satanás ataca principalmente nuestra mente, por medio de
astucias y artimañas que no tienen nada que ver con la realidad o la humildad.
Nos hace creer primeramente, que él no existe, y que sus pensamientos son
nuestros, cuando en realidad se originan en él. Resistirle y refrenar nuestras
respuestas, y deseos, significa rechazarlo. Cuando Satanás nos brinde un pensamiento,
que solo no puede causar alteraciones negativas en nuestras relaciones, solo
tenemos que rechazarlo con toda humildad, pero con firmeza, porque con toda
probabilidad no se origina en nosotros corazones. En esto consiste el resistir.
Es decir, que no lo aceptamos como nuestro y por tanto, tiene que ser rechazado
porque no está conforme a la realidad y la justicia que es la voluntad del
Espíritu del Dios Triuno.
Debemos decir:
“No lo quiero. Esto pensamiento no se ha originado en mi mente”.
Esto es lo que significa resistirle.
Cuando él introduce otro pensamiento en nosotros, debemos
decir:
“No lo acepto como mío y lo rechazo”.
Si inyecta otro, debemos repetir:
“No lo admito como mío, y lo rechazo
también”.
Si hacemos esto, él no podrá manipularnos, y nunca podrá
vencernos, si nuestra fe está firme en la Palabra del Señor, la sangre del
Cordero, y nuestro testimonio.
Un Huiós del Espíritu del Dios Triuno, no piensa ya según
la ley del conocimientos del bien y del mal, más según la Ley del Espíritu, en
toda humildad y amor.
No podemos evitar que él nos tente, pero si podemos evitar
que él se pueda infiltraros o poseernos, como en caso de un no creyente. Si
nuestra mente es ociosa, somos fácil presa de sus enredos. Tenemos que
empaparnos de pensamientos positivos, de pensamientos honorables, de
pensamientos amorosos. En Fil. 4:8 se nos dice:
Todo lo que es verdadero, todo lo
honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a esto estad atentos.
De otra manera, se gastamos nuestro tiempo en actividades
que se originan en el mundo, o en la carne, como navegando sin parar en
Internet en busca de algo que nos apetece, para Satanás le será fácil
infiltrarse, por la simple razón que lo que es del mundo y lo que es de la
carne, originan pensamientos iguales, a los pensamientos de Satanás.
Los pensamientos del Nuevo Hombre, son opuestos a los de
Satanás. El viejo hombre No basa su justicia en la ley del conocimiento del bien
y del mal. El Nuevo Hombre basa su justicia en la Ley del Espíritu de
Vidas. Es por este motivo, que si un Hijo de Dios, está siempre ocupado
en pensamientos nobles y verdaderos, de la Luz y la Vida del Espíritu de Cristo
procesado, cuando de repente, surge en él un pensamiento que es extraño y muy
persistente, lo puede detectar inmediatamente como no suyo y pode rechazarlo
fácilmente.
Esto no quiere decir que el Nuevo Hombre no puede ser
atacado, Satanás es muy perseverante, y no puede permitirse, de no tocar a
nuestra puerta. Esto es debido de que somos Hijos del Dios Altísimo, y lo
normal para un Hijo del Espíritu del Dios Triuno, es pensar en cosas
espirituales. Si Satanás solo nos atacara esporádicamente, sería
sumamente fácil detectarlo en seguida.
Es por esta razón, que cuando somos Hijos del Espíritu de
Dios, las tentaciones sobreabundan en nosotros, para que Satanás se pueda
simular y hacernos creer que nuestra situación no ha cambiado, que todavía
somos los mismos que antes de creer, que el lobo no ha cambiado su pelo.
Pero la realidad Sí que hemos cambiado, y estamos cambiando
en nuestra experiencia también, para que un día podamos ser encontrados en
nuestra experiencia, si mancha y sin arruga y más blancos de la nieve, como los
Victoriosos, como Huiós del Espíritu del Dios Triuno, como la Esposa del
Cordero, y parte de la Nueva Jerusalén, con El Espíritu de Cristo procesado
formado en nuestros corazones.
Todos los pensamientos sucios, que dañan nuestra comunión
con el Señor, o con los hermanos y hermanas, debilitan nuestro amor por
Él, y seguramente se originan en Satanás. Muchas veces tenemos hábitos de
pensar, en las mismas sospechas y deseos, de cuando estábamos atados al mundo.
Los hábitos son muy difíciles de abandonar y los pensamientos del mundo son
unos hábitos muy difíciles de dejar, especialmente siendo instigados por
Satanás. Pero un hábito en sí, todavía no es pecado. Cuando surge la tentación,
mediante un pensamiento impropio, tenemos que pensar que esto era un hábito de
pensar, de nuestro viejo hombre, y que no puede tener cabida en nuestra Nueva
Mente que es la de Cristo, que ha sido ya lavada y regenerada.
Voy a poner un ejemplo:
- Una
persona está casada y su esposa deja de tener relaciones íntimas con él por
varias semanas. Una persona natural, bajo las insinuaciones de
Satanás, comienza a pensar todo unas series de posibles causas:
- Tiene
un amante.
- Ya
no me ama como antes.
- Está
enfadada conmigo.
- No
es de la manera que la conocí.
- La
situación está muy mal.
- Seguramente
está buscando el divorcio.
- No
veo cómo puedo soportar todo esto.
- Será
mejor que busque una amante.
- Porque
tengo que soportar esta situación.
- Esto
no es normal.
- Esto
está destrozando nuestro matrimonio.
- Seguramente
algo malo tengo hecho.
- Me
está manipulando para conseguir algo.
…y quien más tenga, añade.
Hermanos y hermanas, la falta de comunicación es la causa de
todo pensamiento destructivo, y Satanás sabe aprovechar cada situación para
insinuarse.
Para un Hijo de Dios Nacido de Nuevo, lo primero, es pensar
que estos pensamientos no son suyos, y que muy probablemente se originan en
Satanás o en sus diablos. Con toda probabilidad, se han infiltrados en nuestra
mente, debido que tenemos perdido nuestra comunión en algún momento, o
simplemente porqué los diablos han podido ver una oportunidad para
atacar.
Tenemos que rechazar estas proposiciones con firmeza, y con
la seguridad y fe que nos da la Autoridad de la Palabra del Espíritu del Dios
Triuno.
Como segundo tenemos que hablar con nuestra esposa, para
aclarar prontamente todo asunto. Más retrasamos un dialogo constructivo y más
pronto aclararemos todo pensamiento insano. Satanás busca destruir cualquier
relación sana, sea a nivel personal, sea a nivel de Iglesia. Sobre todo en la
Iglesia. Él odia la Iglesia, y odia el Cuerpo del Espíritu de Cristo procesado,
y está listo para usar cualquier oportunidad que le ofrezcamos para
atacarnos.
Los diáconos, los ancianos, los pastores, los obispos,
tienen que tener todo esto muy bien presente en sus relaciones, con los
hermanos y hermanas, y siempre, tienen que ir adelante con transparencia, y
humildad, usando un dialogo puro, para resolver cualquier problema que se le
presente. En Jacobo 4:7 nos dice:
Jac. 4:7; Resistid al diablo, y
huirá de vosotros.
Este consejo, nos enseña de cómo tenemos que proceder. Nos
sugiere de resistir al diablo en su infiltración, y el diablo huirá de nuestro
corazón. Por medio de la fe, en lo que dice la Palabra, tenemos que creer en el
momento, que si nos oponemos a sus insinuaciones resistiremos al diablo,
y él ciertamente huirá. Ya no tendrá cabida en nuestro corazón.
Lo mismo pasa cuando nos propone algo pecaminoso, de que no
es según la voluntad y la justicia del Espíritu del Cristo procesado. Nos
propone a robar, adulterar, no respectar nuestro próximo, ósea, cuando nos
propone en quebrantar la Ley del Espíritu del Dios Triuno. Tenemos
primeramente, que creer que mediante la fe en la Autoridad de la Palabra
del Espíritu del Dios Triuno, Satanás huirá. Esto es debido que la Autoridad,
es más poderosa que el poder. Satanás y sus diablos tienen a su disposición
muchísimo poder, pero la Autoridad del Espíritu del Dios Triuno, ha despojado
públicamente toda la autoridad de Satanás y sus ángeles, debido a la muerte,
sepultura, resurrección y ascensión al cielo de nuestro Señor y Dios
Todopoderoso Jesucristo, ahora el Espíritu Vivificante, que conocemos
comúnmente como el Espíritu Santo.
Pero estos hechos, no solucionarán el problema de la
tentación en sí, tenemos como segundo usar la fe, afrontando y aclarando toda
situación, cuando la tentación involucra una segunda o más personas. El Señor
ciertamente, si es su voluntad, nos ayudará a aclarar todo mal entendido.
2. Para
destruir o detener la Iglesia.
Tenemos además que estar siempre dispuestos, a saber
aceptar, una tentación o situación, a pesar que es originada por el diablo,
cuando no se soluciona de la manera esperada.
El diablo trata que tomemos la decisión de hacer una acción
que a nosotros nos parece correcta, en el ámbito de la Iglesia.
De otro lado el Espíritu de Cristo procesado, tiene otra
opinión. Este último nos propone, en nuestra intuición espiritual, que algo va
mal, y que nuestra “buena” decisión, no es la que el Espíritu quiere que
tomemos.
A veces el Señor tiene otros planes para nosotros, y no
hace conocer que los actuales, ya están obsoletos, y están en contra de Su
voluntad y a Su justicia. No siempre los que es bueno, es justo. Tenemos que
estar dispuestos a ceder, cuando aclarando una supuesta mala situación, vemos
que los problemas no se solucionan, o no se solucionan de la manera que
esperábamos.
En esto consiste la fe en acción, es aceptar y estar
sumisos a lo que el Espíritu no hace conocer mediante nuestra intuición,
incluso cuando el origen de nuestros pensamientos, es una tentación del Diablo.
Cuando podemos ver, que los planes del Espíritu de Dios, son diferentes de los
que tenemos nosotros, tenemos que aceptarlos, y saber esperar que el Señor abra
otras puertas, a pesar que la espera a veces pueda consistir en semanas, o
meses de inactividad. Es importante lo primero, tener fe, como el segundo
actuar con toda sumisión y mansedumbre.
A veces es muy duro aceptar una situación que está en
contra de nuestros planes, que nos parecen buenos y éticamente correctos. La
prioridad en estas situaciones es estar sumisos en toda humildad, con gozo y
paz, en nuestro corazón.
Solo si sentimos gozo, paz, complacencia, armonía en
nuestro corazón, en renunciar a una determinación que pensábamos correcta,
podemos tener confianza que esta renuncia es justa y según la Voluntad del
Señor.
Si sentimos resentimientos, animosidades, enemistades,
aversiones o antipatías, podemos tener la certeza que atrás de todo esto, está
una tentación de Satanás o de sus diablos.
Es un error continuar resistiendo a una situación, por
temor a que el diablo todavía esté cerca.
¿Qué palabras hemos de creer a la Biblia, o a nuestra
mente?
La Biblia dice: “Resistid... él huirá”.
Una vez que lo tenemos hecho por la fe, es todo lo que
teníamos que hacer. A veces puede
pasar que la situación, no se haya sanado a pesar que tenemos aclarando la
situación con nuestro próximo, y esto por algún motivo el Señor lo ha
permitido.
Algo puede estar mal en la relación, que necesite unos
ajustes adicionales, pero ya esto no tendría que generar pensamientos dañinos,
más bien tendría que generar unos pensamientos constructivos para poder sanar
la situación para la Gloria del Señor. Si nuestro corazón experimenta la Gracia
y la Paz de Dios, tendremos la certeza que Satanás y sus diablos se han ido, y
que el Espíritu nos está aclarando lo que tenemos que hacer.
Tenemos un caso en Hechos. Pablo tenía un programa claro,
pero parte era la voluntad del Señor, pero parte, no lo era, y con bastante
probabilidades fue obra de una infiltración de Satanás o de sus diablos, en la
mente de Pablo. En Hechos 16:6; dice:
Y atravesando Frigia y la provincia de
Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;
7 y cuando llegaron a Misia,
intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
8 Y pasando junto a Misia,
descendieron a Troas.
Pablo tenía un plan bien definido, y cuando intentó
llevarlo a cabo una voz en su intuición, le impidió llevarlo a cabo. Su
consciencia no estaba tranquila. El prosiguió su camino hacia Asia pero el
Espíritu de Cristo procesado no se lo permitió. Pablo inmediatamente se sumiso
al Espíritu, cambió su rumbo a Misia descendiendo a Troas.
Después de resistir al diablo, es muy común que la gente
cometa el error de examinar sus sentimientos. Ellos se preguntan:
“¿Ya se fue el diablo, o sigue
perturbandome?”
Sus sentimientos les dicen que él no se ha ido, y Usted
trata de resistirlo de nuevo. Si uno resiste una segunda vez, con mucha
probabilidad lo hará una y otra vez.
En esta situación nos encontraremos completamente incapaces
para rechazarlo debido a nuestra falta de fe y vanidad para salirnos con la
nuestra. Es el momento en que producimos vanagloria, debido que queremos que la
situación se resuelva a nuestra manera. Comenzamos a aportar un sin fin de
escusas. Pero si no hacemos caso a nuestros planes subjetivos, y hacemos caso a
la voluntad y la justicia del Señor, después de haber resistido la tentación de
Satanás una vez, lograremos vencer, y el huirá con toda seguridad y conoceremos
la voluntad del Señor.
Es cuando el Espíritu tomará el mando. La realidad es lo
que consta en la Palabra de Dios, no en lo que nuestros sentimientos nos
sugieren. La verdad es solo una y es, que tan pronto que resistimos al diablo,
él huye debido a la Autoridad que tiene la Palabra sobre él y debido a la obra
de Cristo.
Si no creemos que él ha huido, después de haberlo
resistido, no hay fe en nosotros, y ponemos confianza en lo que nosotros
tenemos planeado. Esto nos llevará en un camino de muerte que siempre la
Vanagloria origina. Si creemos en nuestros sentimientos, dejando la Palabra y la
obra de Cristo a un lado, el diablo regresará y nos vencerá. Ni un momento
Pablo se puse a discutir con el cambio de planes, simplemente lo aceptó y
actuó.
Tenemos que aprender a creer en la Gloriosa Palabra del
Espíritu del Dios Triuno con respecto al resistir. Si estamos en comunión con
el Señor, tan pronto hayamos resistido al diablo la primera vez, no necesitamos
hacerlo una segunda vez, porque el asunto ya está resuelto. Tenemos que cambiar
nuestro rumbo. Nunca tenemos que examinarnos, solo tenemos que juzgarnos por lo
que hacemos y recibiremos las bendiciones de nuestro juicio de parte del Señor.
Después que el diablo es rechazado, el Espíritu toma siempre el mando
haciéndonos saber en nuestra intuición en comunión con el Señor, Su
planes, que son los que tenemos que seguir, a pesar que nos parecen bien o
mal. Lo que es justo hacer, es solamente la Voluntad del Señor, que es Su
Justicia, y a esta tenemos que seguir. A pesar que a veces nos parece
más difícil seguir. Nunca tenemos que seguir la ley del conocimiento
del bien y del mal, que nos propone Satanás y sus diablos, más la Ley del
Espíritu de Vida de Cristo procesado que se revela en la intuición de nuestro
espíritu.
¿Qué malo había de ir en Asia? ¡Ninguno! Pero no era la
voluntad del Señor.
Estos son, como Satanás, realiza sus ataques en la mente,
las emociones y los sentimientos, los deseos y pasiones del hombre. Debemos ver
la realidad de como Satanás nos ataca, y tenemos que estar prontos a responder
mediante la fe en lo que dice la Palabra del Altísimo, y seguir sumisos a Su
voluntad con toda humildad.
Una vez que rechazamos los pensamientos de Satanás, tenemos
que dar como concluido el asunto y seguir las instrucciones del Espíritu de
Vida en nuestra intuición. Tenemos que tener nuestros ojos fijos en lo que el
Señor quiere de nosotros. Ya Satanás y nuestra voluntad quedan obsoletos, y lo
que solo importa es seguir la voluntad y la justicia del Espíritu Vida de
Cristo, que se va formando en nosotros corazones.
B. SATANÁS
ACTÚA EN EL CUERPO DEL HOMBRE.
Hay enfermedades que son síntomas
naturales y que solo se necesita métodos terapéuticos y médicos tradicionales
para resolverlas.
Hay enfermedades que son el resultado de un ataque de
Satanás o de sus diablos, y que necesitan ser reprendidas por una Autoridad más
poderosa que la suya, la del Espíritu de Cristo procesado. La fiebre que tenía
la suegra de Pedro fue un ataque de Satanás, y el Señor Jesús reprendió aquella
fiebre. En Lc. 4:39; se dice:
Lu. 4:39 E inclinándose hacia ella,
reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante,
les servía.
En Marcos 9, en el v. 25, vemos el caso de un niño
sordomudo. A los ojos del hombre la sordera y la mudez son enfermedades
naturales. Pero el Señor Jesús reprendió al espíritu inmundo, diciendo
en Marcos 9:25:
“Espíritu mudo y sordo, Yo te
mando, sal de él, y no entres más en él”
La mudez y la sordera de este niño eran síntomas externos
de una posesión demoníaca; no eran enfermedades ordinarias y se necesitó que
una Autoridad superior a la de Satanás, para sanar al muchacho. Tenemos que
comprender que hay muchas enfermedades que son naturales, pero hay muchas enfermedades
que en realidad son ataques de Satanás y sus diablos. La Biblia NO dice que el
Señor curó la enfermedad, sino que la reprendió y terminó su curso debido que
Satanás tuvo que irse.
Las llagas que brotaron en el cuerpo de Job, no podían ser
sanadas por la medicina tradicional, pues no eran una enfermedad en términos
médicos, sino que eran ataques de un diablo. Si uno no elimina primero al
diablo, mediante la Autoridad del Espíritu de Cristo procesado, no tendrá
manera de tratar con esta clase de enfermedades. Reconocemos que en muchas
ocasiones las enfermedades se producen, de forma natural. No obstante, muchas
veces las enfermedades pueden ser el producto de un ataque de Satanás y de sus
diablos. En tal caso, como Huiós del Espíritu del Dios Triuno, uno sólo
necesita pedirle al Señor que reprenda la enfermedad, y ésta se irá.
Esta es la realidad como la presenta la Palabra del
Espíritu del Dios Triuno.
Nuestra fe no tiene que titubear, tiene que creer la Verdad
y la Justicia del Espíritu de Cristo procesado. La Autoridad y la Justicia del
Espíritu de Cristo procesado, está por encima al poder del espíritu de Satanás,
y esto tiene que ser nuestra realidad y justicia. En la medida que vemos esto
como real, podremos actuar con éxito en casos como estos si somos verdaderos
Huiós del Espíritu del Dios Triuno.
Si la enfermedad es un ataque de Satanás, no es una
enfermedad común. El problema se complica por el hecho de que Satanás no desea
que la enfermedad, que él ha causado, se descubra, ni salga a la luz que él es
el autor. Él siempre se esconde detrás de los síntomas más comunes y nos hace
creer que toda enfermedad es el resultado de causas naturales. Si le permitimos
esconderse detrás de estos síntomas naturales, la enfermedad no se irá. Una vez
que ponemos en evidencia la actividad de Satanás delante del Espíritu de Cristo
procesado, y lo reprendemos, la enfermedad se desvanecerá.
Cuando un Hijo del Espíritu del Dios Triuno se enferma, lo
primero que hay que hacer, es determinar la causa de su enfermedad. Deben
preguntarse:
¿Existe alguna causa válida para que yo tenga esta
enfermedad?
¿Se debe a causas naturales o es un ataque de
Satanás?
Si no existe una causa que justifique la enfermedad y se
descubre que, de hecho, es un ataque de Satanás, debe ser resistido y
rechazado, y será librado por la Autoridad de la Palabra del Espíritu del Dios
Triuno.
C. Satanás actúa en la conciencia del hombre.
Apocalipsis 12:10 dice:
Ha sido arrojado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche.
Esto nos muestra que una parte de la obra de Satanás es
acusarnos. Ésta es una obra que se realiza en la conciencia del hombre. Tan
pronto como una persona es salva, su conciencia es avivada, de modo que ella
empieza a discernir, entre la ley del conocimiento del bien y del mal y la Ley
del Espíritu de la Vida de Cristo procesado. Satanás sabe esto. Él sabe que el
Espíritu Santo no puede parar de inquietar la conciencia de los Hijos de Dios
con respecto la ley del conocimiento del bien y del mal y su Justicia. Él
también sabe que el Espíritu Santo los guía a confesar y a pedir perdón ante
Dios. En consecuencia, Satanás se anticipa a falsificar la obra del Espíritu
Santo. Él empieza acusando al hombre en su conciencia.
Los Hijos del Espíritu del Dios Triuno se encuentran, con
mucha frecuencia, bajo esta clase de ataque, el cual causa mucha confusión y
frustraciones. Muchos Hijos del espíritu del Dios Triuno, no saben distinguir
entre la reprensión del Espíritu Santo y las acusaciones de Satanás, y por eso
titubean en resistir cualquier acusación.
Hay un hilo muy sutil entre la Ley del conocimiento del
bien y del mal y lo que es Justo hacer por la Voluntad del Señor. Esto le da
más oportunidad a Satanás para acusarnos. Muchos Hijos del Espíritu del Dios
Triuno, podrían haber sido de gran utilidad en las manos de Dios, pero no lo
han sido, debido a que sus conciencias han sido debilitadas a lo sumo, por los
ataques de Satanás. Bien lo sabe el autor de este escrito, en su vida.
Ellos son constantemente bombardeados con sus acusaciones,
y con el sentir de que ellos han pecado en tal o cual área de sus vidas, y que
se encuentran permanentemente bajo la disciplina del Señor. Por ello, no se
sienten dignos de estar en la presencia de Dios, ni en la presencia de los
hombres, se aíslan, y son inservibles a la obra del Señor. Como resultado,
quedan incapacitados espiritualmente por el resto de sus vidas. Una vez que
hemos Nacido de Nuevo, es cierto que debemos estar atentos a la reprensión del
Espíritu Santo; sin embargo, también debemos rechazar las falsas acusaciones de
Satanás. Debemos prestar atención a la diferencia que existe entre la
reprensión del Espíritu Santo y las acusaciones de Satanás. Muchas de las
llamadas “reprensiones” de hecho son acusaciones de Satanás.
1. La diferencia entre la acusación de Satanás y la
reprensión del Espíritu Santo.
¿Cuál es la diferencia entre la acusación de Satanás y la
reprensión del Espíritu Santo? ¿Cómo podemos distinguirlas?
En primer lugar, toda reprensión del Espíritu Santo se
inicia con un sentir muy débil que algo no está puro, en lo que estamos
haciendo. Esto es debido que normalmente son pecados ocultos que ciertamente se
basan en la ley del conocimiento del bien y del mal, que al comienzo es difícil
de detectar.
Este sentir interno en nuestra intuición, se hace más
fuerte con el tiempo y afecta nuestra consciencia. Llega a un punto, que nos
convence que nuestro camino no es correcto y que su origen no está en la
voluntad del Espíritu, más en nuestra voluntad, para la satisfacción de nuestro
“ego”. A partir de esto conocimiento el Señor siempre nos abre una puerta, para
volver hacer Su Voluntad.
En cambio, la acusación de Satanás que se basan en la ley
del conocimiento del bien y del mal, nos fastidian internamente de manera
inmediata y constante, clara, contundente y abrupta. Mientras que la
amonestación del Espíritu Santo se intensifica con el paso del tiempo; la
acusación de Satanás posee siempre la misma intensidad desde el principio hasta
fin.
Con el paso del tiempo, el sentir interno del Espíritu se
hace cada vez más intenso obrando en nuestra consciencia, mientras que la
acusación de Satanás nos fastidia constantemente perturbándonos desde principio
hacia fin.
Esto se puede entender muy fácilmente. Nuestra consciencia
puede detectar inmediatamente entre una acción buena y una acción mala. Está
bien entrenada en este asunto, porque lo ha vivido desde su infancia. Mientras
conocer la voluntad del Señor es una actividad nueva y a veces no es tan fácil
ser percibida por nuestra intuición espiritual.
En segundo lugar, la amonestación del Espíritu Santo nos
conduce a conocer la voluntad y la justicia del Señor, mientras que las
acusaciones de Satanás no aportan ninguna solución solo condenación.
Cuanto más nos reprende el Espíritu Santo, más fortalecidos
somos interiormente al conocer más y más la voluntad del Señor y su justicia,
debido a una puerta que siempre abre.
En cambio, las acusaciones de Satanás nos llevan a la
desesperación y a la resignación, no abren ninguna puerta.
La reprensión del Espíritu Santo nos hace acudir al Señor y
depender de Él en toda humildad.
La acusación de Satanás causa que nos encerremos en
nosotros mismos, y que nos sintamos desalentados, acobardados asustados y sin
fuerzas para hacer algo.
En tercero lugar, si el Espíritu Santo nos reprende, ello
nos llevará a confesar al Señor el hecho. Por lo menos, tal confesión tal
vez, no nos traerá gozo, pero por lo menos nos suministrará una
paz interior profunda. Puede ser que nos traiga gozo o tal vez no,
pero siempre nos traerá paz.
Sin embargo, la acusación de Satanás es totalmente
diferente. Su acusación no nos trae ni gozo ni paz, incluso después de haber
confesado nuestros pecados.
La reprensión del Espíritu Santo tiene un resultado
concreto: la paz, y a veces el gozo de conocer la Voluntad y la Justicia del
Señor.
Sin embargo, la acusación de Satanás no nos conduce a nada,
solo tristeza, abatimiento, angustia y desesperación.
En cuarto lugar, la reprensión del Espíritu Santo nos trae
a la memoria la sangre del Señor.
En cambio, con la acusación de Satanás, siempre hay
un pensamiento que él inyecta:
“De nada te servirá. Es posible que el
Señor ya no quiera levantar tu disciplina, tu estado caído, te lo mereces”.
Este pensamiento estará presente, aun cuando sepamos que
podemos recurrir a la Sangre de Cristo.
En otras palabras, la reprensión del Espíritu Santo nos
lleva a depositar nuestra fe en la Sangre del Cordero, mientras que la
acusación de Satanás nos hace perder nuestra fe en la Sangre del Señor.
Hermanos y hermanas, siempre que surja algún pensamiento o
sentimiento en ustedes, simplemente examine si tal pensamiento o sentimiento te
lleva a considerar la Sangre del Cordero, o por el contrario, si tal
pensamiento te aleja de la sangre de Cristo.
Éste es el principal indicador para determinar si tal
sentimiento es la reprensión del Espíritu Santo o es una acusación de Satanás.
En quinto lugar, el resultado de la represión del Espíritu
Santo, provoca el poder del Espíritu del Dios Triuno; uno se pone en pie y
corre con mayor rapidez que antes. Avanzamos con celo renovado, desechando toda
confianza en uno mismo, y teniendo más fe en el Espíritu del Dios Triuno.
Sin embargo, el resultado de la acusación de Satanás es que
nuestra conciencia se debilita a lo máximo. Ante Dios, la conciencia de las
personas que toleran tales acusaciones ha sido fuertemente herida y magullada.
Ya no tienen fe alguna en sí mismos, ni tampoco tienen fe en el poder de Dios.
Es cierto que la reprensión del Espíritu Santo nos despoja
de nuestra propia fuerza natural y de la confianza en nosotros mismos, pero
también es cierto que al mismo tiempo nos infunde más fe en el Señor.
No sucede lo mismo cuando Satanás nos acusa, pues además de
despojarnos de nuestra confianza, debilita nuestra fe en el Señor. El resultado
es que nos convertimos en personas debilitadas, ahogadas y extinguidas.
3. Cómo vencer las
acusaciones de Satanás.
Apocalipsis 12:11 dice:
Y ellos [los hermanos] le han vencido por
causa de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y
despreciaron la vida de su alma hasta la muerte.
“Le” hace referencia al espíritu de Satanás, el acusador de
los hermanos.
¿Cómo podemos vencerle?
Primero: lo podemos vencer por la Sangre del Cordero.
Si hemos cometido algún pecado voluntario u oculto, tenemos que confesarlo,
pero por otro lado, tenemos que decirle a Satanás:
“¡No hay la necesidad de que me acuses!
¡”Estoy delante del Señor debido a Su Sangre!” “¡Ya fui muerto y ahora tengo
una Nueva Vida en Cristo!”
Para vencer a Satanás, tenemos que mostrarle que hemos sido
perdonados por la Sangre del Cordero y que vivimos una Nueva Vida en Cristo.
Todos nuestros pecados, grandes y pequeños, ocultos o voluntarios, han sido
perdonados por la sangre del Cordero. Esta es la Palabra de Dios. En 1 Jn. 1:7
se dice:
7 La sangre de Jesús Su Hijo nos
limpia de todo pecado.
Debemos comprender que el Espíritu del Dios Triuno, tiene
desde la eternidad, la Sangre del Cordero para perdonarnos y aceptarnos en el
Espíritu de Cristo procesado, que es el Unigénito Hijo de Dios, el Espíritu
Vivificante.
Jamás debiéramos de ser tan creídos, como para pensar que
ya somos lo suficientemente buenos. Debido que hacemos parte de la creación, y
en todo momento necesitamos la Sangre del Cordero para ser aceptables al
Espíritu del Dios Triuno. Él es nuestro pasaporte para poder estar en su
presencia.
Tampoco deberíamos ser tan necios como para condenarnos
desde la mañana hasta la noche. Tenemos en nuestra posesión este pasaporte
escrito con la Sangre del Cordero y esto es lo que vale frente a Satanás.
Aquellos que se consideran buenas personas, son necios, y
los que NO se percatan del poder Salvador de la Sangre del Cordero y que
piensan que debido que han sido restaurados permanentemente en el Señor, no
tienen la necesidad de confesar sus pecados; estos también son necios.
Los que confían en sus propias habilidades son necios, y
los que NO creen en el Poder y la Autoridad del Señor, son necios también.
Tenemos que darnos cuenta de que la Sangre del Cordero ya
ha cumplido con todas las demandas del Espíritu del Dios Triuno. Además, ella
ha prevalecido ya, en la eternidad, sobre todas las acusaciones de Satanás.
Cuando el Espíritu del Dios Triuno cortó nuestra ramita del olivo silvestre,
antes de insertarlo en el olivo cultivado, la redimió y la justificó
completamente, juntamente con su savia antigua que todavía permanecía en ella,
la cual representa el viejo hombre. Por tanto, en nada tenemos derecho de
sentirnos culpables por los pecados que sigue produciendo esta savia antigua.
El viejo hombre, también ha sido ampliamente justificado y perdonado. Solo
tenemos que confesar nuestros pecados, para recobrar prontamente nuestra
comunión con el Señor en la experiencia haciendo la debida restitución.
Segundo: vencemos por la palabra de nuestro testimonio. La
palabra de nuestro testimonio declara los hechos espirituales y físicos de
Cristo en nosotros y nosotros en Él. Declara la victoria del Señor, sobre todos
los principados y todas las potestades espirituales.
Tenemos que decirle a Satanás:
“¡No es necesario que me molestes más!
¡Mis pecados han sido perdonados por la Sangre del Cordero de Dios! No tienes
autoridad sobre mi.”
Necesitamos ejercitar nuestra fe para declarar que Cristo
es el Señor y que Él ya ha ganado la victoria y que Satanás y todas sus
huestes, han sido ya vencidos, derrocados y despojados de su autoridad.
Necesitamos proclamar la palabra de nuestro testimonio y
dejar que Satanás la oiga. No solamente tenemos que creer con el corazón, sino
también tenemos que declarar esta realidad con nuestra boca, ante el espíritu
de Satanás. Esta es la Palabra de nuestro testimonio.
Tercero: debemos despreciar la vida natural de nuestro
corazón hasta la muerte.
“La Sangre del Cordero” y “la Palabra del testimonio de
ellos”, las cuales mencionamos anteriormente, son nuestro pasaporte para vencer
a Satanás.
Despreciar y aborrecer la vida natural de nuestro corazón
hasta la muerte, es una actitud que nos impulsa a desechar, por la fe en la
obra del Cordero, todo lo que puede producir nuestra Vanidad y todo lo que
pertenece al Mundo, para que el Espíritu de Cristo procesado pueda progresar en
nuestro corazón, hasta poder ser formado.
No importa lo que Satanás está haciendo, aun si trata de
deteriorar nuestro armazón físico, la actitud que debemos mantener, es la de
seguir confiando en la sangre del Cordero y de seguir declarando Su
victoria, y que esta, pueda verse como nuestra realidad, en nuestra experiencia.
Si mantenemos esta actitud, las acusaciones de Satanás cesarán. Él no nos podrá
vencer, por el contrario nosotros indudablemente ¡saldremos victoriosos!
Tenemos que aclarar además, que Satanás puede acusarnos,
solo según la ley del conocimiento del bien y del mal, no puede acusarnos según
la Ley del Espíritu de Dios, debido que estas faltas, son extremamente
evidentes.
Todos los problemas que surgen a los Hijos del Espíritu de
Cristo Procesado es en el determinar si una acción responde a la Ley del bien y
del mal o en la justa Ley del Espíritu de Vida, que es la Voluntad de Dios y su
Justicia.
Para el Hijo de Dios la Ley del conocimiento del bien y del
mal queda obsoleta, solo puede ser juzgado por la justa Ley del Espíritu de
Vida.
Satanás está atado a la ley del conocimiento del bien y del
mal y quiere que toda la creación viva bajo esta ley. Pero Cristo destruyó esta
ley mediante Su Sangre y ha quedado definitivamente obsoleta.
Hermanos y hermanas, no tenemos que tolerar tantas
acusaciones de Satanás como desconociendo sus conspiraciones, al grado
que ya no podemos distinguir entre una acusación de Satanás y una reprensión o
disciplina del Espíritu Santo. Tales personas deben abstenerse de mirarse a sí
mismas, pues el Señor no desea que actuemos de manera necia. En lugar de ello,
deben orar al Señor y decirle:
“Si he pecado, estoy dispuesto a confesar
mi pecado y pedir Tu perdón. Te suplico que cubras todos mis pecados
especialmente los ocultos, mediante Tu sangre. Necesito vivir una Vida de
Victoria y no de derrota, para estar siempre en comunión Contigo. Te pido Señor
que eche Satanás de mi corazón, por la autoridad del Espíritu de Cristo
procesado, la Autoridad de Tu Palabra, y la de mi testimonio”.
Esto solo lo podemos hacer si nuestra fe mira la obra
acabada de Cristo, para que esta realidad sea la nuestra también en nuestra
experiencia. Solo así podremos distinguir claramente entre la acusación de
Satanás, que nos impulsan de ser inútiles al Señor, y la reprensión o
disciplina del Espíritu Santo, que nos avivan para ser más que victoriosos.
3. Cómo
ayudar a quienes están bajo la acusación de Satanás.
Jamás debiéramos aumentar la carga de la conciencia de
quienes están bajo una acusación de Satanás.
Primero: Tenemos que determinar si estas personas están
antes de la cruz o después de la cruz, sin son niños en Cristo o Huiós de
Dios. No podemos pedirle de hacer algo a alguien, que está por encima de sus
posibilidades. Ciertamente se derrumbarían. Si una persona está antes de la cruz
es normal para ellos vivir separados del Espíritu del Dios Triuno, nada podemos
hacer para ayudarlos, si no sea, interceder para ellos, delante del Espíritu
del Dios Triuno, para que crean en la obra de la Deidad a su favor.
Antes de darles consejos más fuertes, o instarles a tomar
medidas más serias, tenemos que estar seguros de que tales personas tengan la
fuerza espiritual suficiente ante el Señor, para seguir adelante.
Segundo: Si distinguimos con claridad que son Huiós
de Dios, debemos elevar las expectativas, puesto que, junto con la
evidente operación del Espíritu de Cristo procesado y la Palabra del Señor,
podrán incrementar la capacidad de establecer el Poder, la Autoridad del
Espíritu, y su Justicia en sus Vidas.
Si elevamos las expectativas cuando el sujeto no está
en comunión con el Señor, o si todavía hablamos a un niño en Cristo, o de
personas antes de la cruz, el Espíritu del Señor no está operado eficazmente en
ellos y no podremos ayudar a estas personas a quienes Satanás está acusado y
manipulando, para librarlos del jugo mortal de sus acusaciones. Todo lo
contrario, le estaremos dando la oportunidad de ser acusados y manipulados, aún
más.
No debemos ser imprudentes al hacerles notar sus faltas,
cuando el Espíritu del Dios Triuno no está obrando en estas personas, de la
manera que tendría que ser. Ellos son conscientes de sus faltas, pero no tienen
las fuerzas aun para librarse. Ellos necesitan una ayuda practica que le
permita de encontrar una salida. Lo que son fuertes, tienen la obligación de
proveerle esta salida, que ellos tanto necesitan. Necesitan amparo, no
disciplina. Si añadimos cargas ciertamente se hundirán.
Supongamos que un hermano ha fracasado en ciertas áreas de
su vida, pero a pesar de ello, todavía es capaz de orar, de leer la Biblia y de
asistir a las reuniones. Si internamente usted tiene la certeza de poder ayudar
a dicho hermano, es probable que sólo necesite de una pequeña ayuda para
superar sus problemas.
Pero si usted carece de tal certeza, o del poder necesario para
ayudar a este hermano, el sacar a la superficie sus faltas, o aumentando su
carga, sólo logrará desanimarlo y abatirlo aún más, con el efecto de
distanciarlo aún más del Espíritu de Cristo procesado.
No debemos apagar el más pequeño fuego que todavía arde en
él, sino que debemos alimentarlo para que la más pequeña chispa en su corazón,
pueda transformarse en un fuego abrazador. Debemos curar y aliviar la más
mínima herida, y no hacer que se infecte y se contamine todavía más, poniendo
en la conciencia de los demás, todavía más condenación. Tenemos que aprender a
no hacer cosas que lastimen la conciencia de los demás, tenemos que alentarlos,
animarlos, y confortarlos para que puedan superar las pruebas que estén
pasando.
A quienes se encuentran bajo la acusación de Satanás,
debemos mostrarles hebreos 10:22; que dice:
He. 10:22; “Purificados los corazones de
mala conciencia con la aspersión de la sangre”.
Al ver la realidad que uno ha sido ya rociado con la Sangre
preciosa de nuestro Señor Jesucristo, nuestra conciencia jamás podrá sentirse
culpable. Hay que buscar palabras de aliento, como:
“Estoy seguro que el Señor tiene el poder
de venir en tu socorro, y de levantarte desde la situación que está pasando,
debido que creíste en el Poder y Autoridad de Su sangre y de Su resurrección.
No hay la más mínima duda en esto”.
El principio que debe regir la vida cristiana, es que todo
cristiano debe vivir con una conciencia en la que no hay condenación alguna, si
queremos proseguir buscando el blanco. Si nosotros acusamos de algo a una
persona, la estamos juzgando y podemos transformarnos en obreros de Satanás.
Si un cristiano percibe que su conciencia lo condena, su
condición será débil ante el Espíritu del Dios Triuno, y lo será también ante
cualquier asunto espiritual.
Los amigos, las esposas, los hijos/a, los parientes, son
los principales responsables de alterar la consciencia de sus seres “queridos”.
La falta de respeto y amor puro, entre estas relaciones, hace que sea posible
una infinidad de acusaciones, usando la ley del conocimiento del bien y del mal
o la Ley del Espíritu para alterar así una consciencia ya débil, aún más.
Satanás usa todos estos seres queridos, para que sus
compañeros y compañeras, se alejen del Espíritu Vivificante, en la más mínima situación,
usando inclusive la mentira.
Con ese fin, Satanás, los instigará a efectuar acusaciones
incesantemente a sus “queridos”, para que su conciencia se vea afectada, a
pesar que ellas no tengan este conocimiento directo de lo que está pasando.
Pero Satanás si lo tiene, y muy bien presente, y sabe cómo manipularlos.
Para superar todos estos obstáculos, tenemos que aplicar en
nosotros, el Poder y la Autoridad de la Sangre y la Resurrección de Cristo
procesado y su Justicia.
Cuanto más Satanás trate de hacernos sentir culpables, más
debemos aplicar la Sangre a todos nuestros pecados para poder vivir en nuestra
experiencia, nuestra Gloriosa resurrección, conjuntamente con el Espíritu del
Cristo procesado. Tenemos que usar estas acusaciones en beneficio de nuestro
espíritu, entendiendo que él Espíritu del Dios Triuno, permite todas estas
experiencias, para que podamos ver cuanta vanagloria todavía tenemos que
desechar, para que Él pueda progresar en nuestro espíritu y ser formado en
nosotros en nuestra experiencia. Podemos declarar:
“Satanás, reconozco mi vanagloria. Pero el
Señor me redimió y me justificó y me levanto y me llevó juntamente con Él,
sentado en los lugares celestiales a la diestra del Padre. Jamás he negado que
todavía tengo mucha vanagloria en mi corazón. Sí, la tengo, pero ¡él Señor ha
pagado por toda mi deuda un día en Gólgota, y ahora Él quiere que todo esto, se
haga realidad en mi experiencia!”
No es necesario tratar de contrarrestar la acusación de
Satanás negando que todavía no tenemos Cristo formado en nuestro corazón.
Podemos derrotarlo declarando que nuestra deuda ya fue ampliamente pagada en la
eternidad y en el tiempo, en Gólgota, y estamos en el derecho de vivir una vida
Gloriosa, ya en esta tierra, permitiendo cada día, que el Espíritu de Cristo
procesado, avance en la conquista de todo nuestro corazón, en nuestra
experiencia.
D. LA OBRA DE
SATANÁS EN NUESTRO MUNDO FÍSICO.
Todas las circunstancias son dispuestas por Dios. Sin
embargo, muchas situaciones en nuestro mundo físico, aunque son permitidas por
Dios, también son el resultado de la obra directa y activa de Satanás. Como
expuesto antecedentemente, todo humano ha experimentado las infiltraciones
maléficas, e incluso la posesión Satánica.
Tomemos el caso de Job como ejemplo. A él le robaron los
bueyes y los asnos, su casa se derrumbó y todos sus hijos murieron. Todo ello
formaba parte de su mundo físico donde vivía. Aunque Dios lo permitió, Satanás
fue quien llevó a cabo, todos los ataques.
Tomemos el fracaso de Pedro como otro ejemplo. Si bien
podemos afirmar que en parte Pedro mismo fue la causa de su fracaso, debido a
su Vanagloria, también es cierto que parte de la culpa la tuvo el propio
Satanás, quien le atacó y lo debilitó, valiéndose de la mente de Pedro, donde Cristo
todavía no estaba formado en él. Pedro pagó muy caro el costo de su Vanagloria.
Y Él Señor le dijo en Lc. 22:31;
“Simón, Simón, he aquí Satanás os ha
pedido para zarandearos como a trigo”
La caída de Pedro, como niño en Cristo, fue el resultado
directo de la obra de Satanás, sin embargo, fue algo que el Espíritu del Dios
Triuno permitió, para su crecimiento espiritual, para que Pedro se diera cuenta
de toda su Vanagloria y lo necesario que era para que esta, fuera desechada de
su corazón.
Otro ejemplo es el aguijón de Pablo que fue obra de
Satanás. Pablo dijo en 2 Co. 12:7;
“Me fue dado un aguijón en mi carne, un
mensajero de Satanás, para que me abofetee”.
Esto es, la obra de Satanás. Es Satanás quien se vale de
todas las fuerzas naturales físicas, para atacar a los Hijos de Dios.
Pero el Señor las usas, para que el sujeto pueda ser iluminado y que conozca en
su carne, que todavía le falta mucho camino, para que sea conocido, como fue
conocido antes de la fundación del mundo, por el Espíritu del Dios Triuno en su
experiencia.
Vemos un ejemplo todavía más claro en Mateo 8. El Señor
Jesús les ordenó a los discípulos que pasaran al otro lado del Jordán. Él sabía
que tenían que echar fuera poderosos demonios al otro lado del mar y que tenían
que progresar rápidamente en su fe. Después que Él y Sus discípulos entraron en
la barca, de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar, que las
olas cubrían el barco. Pero el Señor estaba dormido. Sus discípulos lo
despertaron, con mucho temor diciendo:
Vs. 25 “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”
Algunos de los discípulos eran pescadores; eran marineros
expertos. Sin embargo, se dieron cuenta de que las olas eran más de lo que el
barco podía aguantar. El Señor Jesús los reprendió por su poca fe. Luego, se
levantó y reprendió a los vientos y al mar. Los vientos y el mar no tienen
personalidad propia, pero el Señor los reprendió porque Satanás estaba
escondido detrás de ellos. Era el poder de Satanás quien sacudía el viento y
las olas.
En conclusión, Satanás no sólo ataca nuestro cuerpo,
nuestra conciencia y nuestra mente, nuestros sentimientos y emociones, sino
también nos ataca mediante las fuerzas físicas de la creación.
¿Cómo debemos reaccionar cuando Satanás nos ataca por medio
de las fuerzas físicas que hay en la creación?
En primer lugar, tenemos que humillarnos bajo la poderosa
mano de Dios. Tanto en Jacobo 4 como en 1 Pedro 5 se nos insta a resistir a
Satanás. Ambas porciones también nos alientan a humillarnos delante del
Espíritu del Dios Triuno.
Cuando Satanás nos ataca por medio del mundo físico,
nuestra primera reacción debe ser sujetarnos al Espíritu del Dios Triuno. Si no
nos sometemos a Dios, no podremos resistir al diablo. Si procuramos resistir al
diablo sin someternos a Dios, nuestra conciencia nos acusará.
Por lo tanto, nuestra primera reacción, debe ser sujetarnos
al Espíritu del Dios Triuno. Sujetarnos implica reconocer que detrás de las
manifestaciones fisicas de Satanás, hay la Luz, el Poder y la Autoridad del
Espíritu de Cristo procesado, que quiere progresar en nuestros espíritus
todavía no formados. Él quiere que desechemos todo temor, y toda vanagloria.
Que nos humillemos y confiamos que todo lo que nos pasa, es para que al final,
el Espíritu de Cristo procesado sea formado en nosotros.
Él quiere que depositemos toda nuestra seguridad en la
certeza que en la realidad, el Espíritu Vivificante tiene un plan infalible
para nosotros, ya consumado por Cristo en la eternidad y que será también
nuestra realidad en nuestra experiencia, en esta vida.
En segundo lugar, debemos resistir al diablo. Siempre que
los Hijos de Dios Triuno, encuentren en su entorno cosas irracionales e
inexplicables, e internamente perciban con claridad que tales ataques provienen
de Satanás, deben resistirlo proclamando que él no tiene la Autoridad necesaria
para hacernos tales cosas.
Una vez que lo hagan, los ataques quedarán atrás. Por una
parte, necesitamos humillarnos en nuestro corazón, y por otra, tenemos que
resistir las actividades de Satanás en nuestro entorno, declarando la Autoridad
del Espíritu de Cristo procesado sobre el poder de Satanás.
Cuando nos humillamos y nos mantengamos firmes en la
presencia de Dios, Él nos mostrará, que no es Él quien está obrando, sino
Satanás. Esto será evidente en los efectos su obra. De esta manera podremos
distinguir entre aquello que Dios ha dispuesto y los ataques de Satanás.
Una vez que Ustedes reconozcan y resistan al diablo, sus
ataques cesarán, manifestándose los motivos porqué el Espíritu del Dios Triuno
los ha permitidos.
En tercer lugar, debemos rechazar el temor, en cualquiera
de sus formas. Satanás no tiene que encontrar dónde infiltrarse para poder
obrar en los Hijos del Dios Triuno, ya está ocupando la mayor parte del corazón
del hombre. Esto es debido que el hombre viviendo en el mundo, vive en un
territorio hostil. Por lo tanto, todo el planeta está bajo a la merced
de Satanás y sus diablos. Por eso, tenemos que conquistar
nuestro corazón para hacerlo libre en nuestra experiencia. Es prioritario que
mantengamos nuestra comunión con el Señor en todo momento, sumergidos en los
asunto del Espíritu del Dios Triuno. Si en un momento dado, sea voluntariamente
que involuntariamente nos alejamos de Él, seremos por Satanás una presa fácil.
Será como un león hambriento antes una ovejita.
La comunión en la presencia del Señor, que es Su cabeza de
playa libre, en nuestro corazón y en nuestro espíritu, es la manera de asegurar
que Satanás se mantenga alejado de ella. Para Satanás, la comunión es como un
virus altamente infeccioso que poco a poco se expande en todo nuestro nuevo
corazón, y él sabe, que no puede acercarse donde está el Señor. En caso que se
acercara donde ya ha sido librado, las probabilidades de fracaso están en su
contra.
Existe un área en nuestro corazón, que es la fortaleza más
grande de Satanás: el temor. Es el temor, que siempre quiere producir Satanás,
en un Hijo del Espíritu del Dios Triuno, para mantenerlo atado al mundo y a su
"ego".
Siempre que Satanás nos somete a tribulaciones, lo primero
que hace es provocar en nosotros el temor. Una hermana con mucha experiencia
una vez dijo:
“El temor es el pasaporte de introducción
en nuestro corazón de Satanás”.
Hermanos y hermanas, una vez que ustedes aceptan el temor,
Satanás ya ha entrado ciertamente en sus corazones; pero si usted rechaza el
temor, por la Autoridad del Espíritu de Cristo procesado, él no podrá
infiltrarse y tendrá que huir del terreno ocupado. Todo pensamiento de temor,
constituye un ataque victorioso por Satanás. Lo que uno teme, eso mismo le
sobrevendrá. Job dijo en 3:25;
“Porque el temor que me espantaba me ha
venido, Y me ha acontecido lo que yo temía”.
A Job le sobrevino todo lo que temía. Satanás usa el temor
para mantener todas las áreas de nuestro corazón bajo su control. Si ustedes
rechazan el temor, y deposita su fe en el Poder y Autoridad del Espíritu de
Cristo procesado, no le sobrevendrá lo que usted piensa de temer. Si Ustedes
permiten que el temor permanezca, ciertamente estarán dando la oportunidad a
Satanás de traer sobre Ustedes todo aquello que teméis. Esto principio es
usado también por las videntes y hechiceras.
Por tanto, a fin de que los Hijos del Dios Triuno, se
oponga a la obra de Satanás, lo primero que tienen que hacer es rechazar el
temor, mediante la fe en la obra consumada de Cristo. Siempre que Satanás
procure infundirle temor, respecto a esto o aquello, usted no debe rendirse a
tal temor. Usted debe decir:
“¡Jamás aceptaré nada que el Señor no haya
preparado para mí!”
En cuanto una persona sea liberada del temor, Satanás
pierde territorio en nuestro corazón. De hecho el protege mediante el temor, lo
que el teme de perder. A esto se refiere Pablo cuando dijo en Ef. 4:27;
“Ni deis lugar al diablo”.
¿Por qué no debemos temer?
No debemos temer porque en 1 Jn 4:4 se dice:
4 “porque mayor es el que está en vosotros, que
el que está en el mundo”.
Si tememos, es porque ignoramos la realidad, que Cristo es
el Señor sobre toda la creación y esto incluye sobre a todos los ángeles caídos
incluyendo Satanás. Si tememos, ignoramos que el Señor depositó en nuestro
corazón Su sello y las arras del Espíritu y su Autoridad.
II. RESISTIMOS A SATANÁS POR MEDIO DE LA FE.
En 1 Pedro 5:8-9 se dice:
“Sed sobrios, y velad. Vuestro adversario
el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual
resistid firmes en la fe”.
La Palabra de Dios nos ilumina claramente, que la manera de
resistir a Satanás es por medio de la fe en la obra ya consumada del Espíritu
de Cristo procesado. No hay otra manera de resistirlo.
¿En qué debe basarse nuestra fe?
¿Cómo debemos ejercitar nuestra fe, para resistir al
diablo?
Examinemos lo que la Palabra de Dios dice al respecto.
A. En
1 Jn. 3:8; podemos constatar que el Señor se manifestó para destruir las obras del
diablo. Dice:
8 El que comete pecado es del diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios,
para deshacer las obras del diablo.
El Hijo Unigénito del Espíritu del Dios Triuno, ha venido a
la tierra en la carne; Él se ha manifestado, y mientras estuvo en la tierra,
deshacía las obras del diablo por dondequiera que iba. El diablo estaba
presente en todo lugar, no tenía que esforzarse mucho para encontrarlo, el
mundo es su territorio. Por lo general, la obra de Satanás no es muy obvia para
el hombre natural, pues él se esconde detrás de los fenómenos naturales físicos
o en el corazón del hombre. Cuando el Señor reprendía un efecto que parecía
físico o mental, en realidad estaba reprendiendo a Satanás. No hay duda que Él
estaba reprendiendo a Satanás cuando reprendió el hablar de Pedro (Mt.
16:22-23), cuando reprendió la fiebre de la suegra de Pedro (Lc. 4:23), y
cuando reprendió al viento y a las olas. Aunque el diablo se escondía detrás de
estos fenómenos naturales, el Señor Jesús lo reprendió. Dondequiera que el
Señor iba, el poder del diablo era reprendido. Por eso Él dijo en Mt. 12:28;
“Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios,
entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”.
En otras palabras, dondequiera que el Señor obraba, Satanás
era echado fuera, y el Reino de Dios se manifestaba justo allí. Satanás no
podía permanecer donde el Señor estaba.
Esta tiene que ser nuestra actitud, donde hay un Huiós de
Dios, Satanás y sus diablos tienen que mudarse de este corazón.
Por esto la Palabra dice, que Él apareció para deshacer las
obras del diablo. También debemos creer que, al manifestarse en la tierra, el
Señor no sólo destruyó las obras del diablo, sino que les dio autoridad a Sus
discípulos para echar fuera los demonios en Su nombre. El Señor dijo en Lc.
10:19;
“He aquí os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo”.
Lo que Él Señor dio a los setenta discípulos, fue Su
Autoridad. Satanás y sus diablos tienen poder, pero la Autoridad de Cristo es
mucho más poderosa y puede subyugar el poder de los diablos. Una autoridad se
recibe normalmente debido a lo status que uno tiene. Si un hombre ha sido hecho
Hijo de Dios, mediante el nacer de nuevo, en su espíritu y en su corazón, ya
hay una cabeza de playa donde estando en comunión con Él Señor, Este, puede
investir de Autoridad a este hijo. Este sería un don. Este don se puede volver
permanente, cuando un hijo inmaduro llega a la Huiothesia. Como Huiós de Dios,
este tiene en él la Autoridad de Cristo en presente continuo. Las serpientes
pueden representar a Satanás, los escorpiones a los demonios. Los videntes
están poseídos por los demonios y un Huiós del Espíritu del Dios Triuno tiene
la Autoridad de echarlos fuera.
Después de ascender al cielo, el Señor le dio Su nombre a
la Iglesia, para que ésta continuase Su obra en la tierra. El Señor usó Su
Autoridad en la tierra, bajo de la tierra y en el cielo para deshacer las obras
del Diablo. También le dio esta Autoridad y poder a su Iglesia y la Iglesia es
formada por todos los Huiós del Espíritu del Dios Triuno.
Debemos distinguir entre lo que los demonios poseen y lo
que los miembros de la Iglesia de Cristo, poseen. Lo que los demonios tienen,
es poder.
Lo que los Huiós poseen, es la Autoridad y el Poder del
Espíritu de Cristo procesado que está formando en nuestros corazones.
Satanás sólo tiene poder, su autoridad ya ha sido despojada
de él.
Pero el Señor Jesús nos dio Su Autoridad, la cual puede
vencer todo el poder de Satanás.
El poder no prevalece sobre la Autoridad. Dios nos ha dado
Su Autoridad, y sin duda Satanás fracasará si le hacemos frente mediante la fe
en la Autoridad de su Palabra y de Su Espíritu.
Usemos un ejemplo para comprender cómo la Autoridad vence
el poder: Una aeronave quiere aterrizar en un aeropuerto, pero el controlador
le dice de esperar hasta que el, de su visto bueno. El piloto no cuestiona al
controlador. En seguida se somete a su autoridad y se queda a la espera. El
piloto con su avión es más poderoso que el controlador, podría aterrizar, sin
embargo el piloto se quedará esperando hasta que tenga el visto bueno del
controlador. En esto caso, el controlador es la autoridad suprema y el piloto
solo puede obedecer. Este es un ejemplo de como la autoridad prevalece sobre el
poder. Cuando Satanás o los demonios, ven un Huiós del Espíritu del Dios Triuno
en comunión con el Señor, solo puede detenerse, no puede seguir obrando, tiene
que huir rápidamente.
La Autoridad prevalece sobre el poder. Esto es lo que Dios
ha determinado en la creación. No importa cuán fuerte sea el poder de Satanás.
La Autoridad del Espíritu del Dios Triuno siempre prevalecerá.
Cristo dio Su nombre a la Iglesia y esta, ahora tiene su
Autoridad. Este nombre sublime representa la Autoridad de Cristo. Su Iglesia
puede echar fuera demonios en el Nombre del Espíritu de Cristo procesado.
Podemos invocar el nombre del Señor, para combatir el poder
de Satanás y ser más que victoriosos cuando somos reconocidos por el Espíritu
del Dios Triuno como Huiós suyos, en comunión con Él.
Agradecemos al Espíritu del Dios Triuno, porque no importa
cuán grande sea el poder de Satanás, el nombre de Espíritu de Cristo procesado,
“YEHOSHUA” tiene una
Autoridad infinitamente mayor que el poder de Satanás. La Autoridad Espiritual
que tiene el nombre del Espíritu de Cristo procesado, es suficientemente
poderosa como para vencer todo el poderío de Satanás y de todos sus ángeles
caídos.
En una ocasión, los discípulos salieron a predicar, en el
nombre de Cristo, y cuando regresaron, se mostraron muy sorprendidos. Ellos le
dijeron al Señor en Lc. 10:17;
“Aun los demonios se nos sujetan en Tu nombre”.
El nombre del Señor revela Su Autoridad. El hecho de
habernos dado Su nombre significa que nos ha dado Su misma Autoridad. El Señor
dijo en el Lc. 10:19;
19 “He aquí os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os dañará”.
Todo aquel que desee resistir a Satanás, debe reconocer la
diferencia entre la Autoridad del Espíritu del Dios Triuno y el poder de
Satanás. No hay poder en todo el universo que pueda ser más grande, que la
Autoridad que el Espíritu de Cristo procesado, dio a Su Iglesia. No importa
cuán grande sea el poder de Satanás, la Autoridad del Espíritu de Cristo
procesado, siempre puede someterle. Tenemos que creer que el Espíritu de Dios,
ha dado Su Autoridad a Su Iglesia, la cual puede echar fuera los demonios y
resistir al diablo en el nombre del Espíritu de Cristo procesado.
B. Creemos que
la muerte de Cristo ha destruido el Imperio que tenía Satanás.
En segundo lugar, debemos creer que el Señor Jesús,
destruyó por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo (He. 2:14). La obra de Cristo devastó las obras del diablo, y la
muerte del Señor Jesús devastó por completo al diablo mismo.
La muerte Cristo, constituye la total capitulación para el
diablo, porque no sólo es una condena para él, sino que también es el camino de
salvación para los creyentes. En Génesis 2:17 Dios habló de la muerte:
“Porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás”.
Esta muerte sin duda era una condena dura pero justa.
Satanás se deleitó al oír estas palabras. Puesto que el hombre moriría si comía
de aquel fruto, Satanás hizo lo imposible para inducir al hombre a comer del
fruto, a fin de que la muerte reinara en el hombre y él (Satanás) pudiese
reclamar la victoria y el poder sobre el hombre.
Sin embargo, la muerte de Cristo, constituye el gran camino
de salvación de la entera creación. Es verdad que Dios dijo:
“El día que de él comieres, ciertamente
morirás”.
Esta muerte fue una justa condena. Pero el Unigénito Hijo
del Espíritu de Dios encarnado, ofrece otra muerte, la cual es el camino de la
redención y justificación de toda la creación. La muerte puede castigar a los
que no se someten a la voluntad y Autoridad de Dios.
La muerte de Cristo redime y justifica a los que están en
pecado, bajo el poder de Satanás.
Satanás pensó que la muerte sólo podía castigar al pecador.
Con esta base, Satanás reinaba mediante la muerte del hombre. No obstante, el
Espíritu del Dios Triuno, redime y justifica a toda la creación, mediante
la muerte del Unigénito Hijo del Espíritu de Dios que se hizo carne, y lo libra
mediante Su resurrección y ascensión al cielo. Este es el aspecto más profundo
del evangelio.
La muerte de Cristo en la cruz, no sólo redime y justifica
a toda la creación y esto nos incluye a mí y a ti, sino que también elimina
toda la vieja creación incluso la muerte. Nuestro viejo hombre ha sido
crucificado juntamente con Cristo, murió con Él. Aunque Satanás reina por medio
de la muerte, cuanto más reina, peor es su situación, porque su reino acaba con
la muerte de Cristo y la nuestra, y su desgracia en mucho mayor de lo que
consiguió por un poco de tiempo. Puesto que ya estamos muertos, el poder de
Satanás ya no puede hacernos más ningún daño debido que la muerte ya pasó y no
reina en nuestras vidas.
La recompensa de Satanás para causarnos la muerte, será el
lago de azufre y fuego por toda la eternidad.
Mientras que la recompensa de Cristo, será volver a
tener todo Poder y Autoridad sobre la creación por la eternidad.
“El día que de él comieres, ciertamente
morirás”.
Esto ya decimos que es cierto. Dios dijo esto para que el
hombre no comiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, pero
el hombre lo comió, pecó y murió.
¿Qué se podía hacer entonces?
El resultado del pecado es la muerte; esto es irreversible.
Sin embargo, hay un camino que nos conduce a la salvación, una salvación que
puede traspasar a través de la muerte. Cuando Cristo fue crucificado en la cruz
en nuestro lugar, la vieja creación y el viejo hombre y la muerte, fueron
crucificados juntamente con Él. Esto significa que la autoridad de Satanás sólo
se extiende hasta la muerte. La Escritura dice en He. 2:14;
“Para destruir por medio de la muerte al
que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo”.
Damos gracias al Espíritu de Cristo procesado, y le
alabamos. Somos aquellos que ya están muertos. Si Satanás nos ataca, podemos
decirle:
“¡Ya estoy muerto!”. “No tiene ninguna
autoridad sobre mí.”
Satanás no tiene autoridad sobre nosotros, porque ya
estamos muertos en Cristo. Su autoridad sólo se extiende hasta que estamos
muertos.
Nuestra crucifixión con Cristo es un hecho consumado; fue
realizado por el Espíritu de Cristo procesado.
La Biblia NO dice que nuestra muerte con Cristo, sea algo
que pertenece al futuro, es decir, que no es una experiencia que esperamos
alcanzar algún día.
La Biblia NO nos dice que procuremos buscar la muerte; más
bien, nos muestra que ya estamos muertos. Solo tenemos que creer por la fe esta
realidad en nuestra experiencia personal.
Si una persona procura morir, es obvio que todavía no está
muerta. Sin embargo, Dios nos ha concedido la dádiva de haber muerto juntamente
con Cristo, de la misma manera en que nos concedió la dádiva de que Cristo
muriera por nosotros. Si alguien todavía procura ser crucificado, está en una
posición, en un terreno, carnal, todavía está vivo con todo el poder de Satanás
sobre él.
Satanás tiene un control completo sobre aquellos que están
en un terreno carnal. Debemos creer en la muerte de Cristo y también debemos
creer en nuestra propia muerte juntamente con Él. De la misma manera en que
creemos que el Señor murió por nosotros, debemos creer que hemos muerto
juntamente con Él. En ambos casos se trata de un acto de fe, y ninguno de ellos
guarda relación alguna con los esfuerzos del hombre. En cuanto nos valemos de
nuestro propio esfuerzo para que estos hechos se hagan realidad, nos exponemos
al ataque de Satanás. Tenemos que agarrarnos a estos hechos como nuestra
realidad y declarar:
“Alabo al Señor y le doy gracias; ¡Ya
estoy muerto!”
Tenemos que comprender que a los ojos de Dios, es un hecho
consumado que hayamos muerto juntamente con Cristo. Una vez que vemos esto como
nuestra realidad, Satanás no podrá hacernos nada. Satanás sólo puede hacerles
daño a aquellos que no han muerto en su experiencia. A los que todavía viven en
su mundo natural. Satanás, sólo puede reinar sobre aquellos que no están
muertos. Pero nosotros ya no estamos antes de la muerte; ya hemos muerto, no
solo en posición, más también en nuestra experiencia, porqué la muerte es
nuestra realidad. Por lo tanto, no hay nada que Satanás pueda hacer con
respecto a nosotros. A fin de resistir a Satanás, debemos comprender que la
manifestación de Cristo fue una manifestación de Autoridad, y que la obra de Su
Cruz redimió y justifico a todos los que estaban bajo la mano de Satanás y en
su resurrección nos puso en Su Cuerpo Espiritual mediante un nuevo espíritu,
invistiéndonos de toda su Autoridad; muertos a la carne para Satanás, más Vivos
en el Espíritu de Cristo procesado.
Satanás ya no tiene autoridad sobre nosotros, más bien,
nosotros estamos por encima de él. Somos aquellos que ya han muerto y lo que
han resucitado y ascendidos al cielo, investidos por toda la Autoridad del
Espíritu de Cristo procesado. El reinado de Satanás terminó a causa de la
muerte de Cristo, y ya no hay nada más que él pueda hacer a los que tienen la
Autoridad del Espíritu del Dios Triuno.
C. Creemos
que la resurrección y ascensión del Espíritu de Cristo procesado, despojó a
Satanás de toda Autoridad.
En tercer lugar, debemos creer que la resurrección de
Cristo aniquilo la autoridad de Satanás. Satanás ya no tiene manera de
atacarnos. En Colosenses 2:12; dice:
“Sepultados juntamente con Él en el
bautismo, en el cual fuisteis también resucitados juntamente con Él, mediante
la fe de la operación de Dios, quien le levantó de los muertos”.
Este versículo nos habla tanto de la
muerte como de la resurrección. El versículo 13 nos dice que nosotros estábamos
muertos y resucitamos; el versículo 14 nos dice lo que el Señor realizó al
momento de Su muerte; y el versículo 15 nos dice que el Señor Jesús despojó a
los principados y a las potestades y los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz.
13 Y a vosotros, estando muertos en
pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,
perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos
que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz,
15 y despojando a los principados y
a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
En el versículo 20 se dice:
“Si habéis muerto con Cristo”
Y en Col. 3:1 se dice:
“Si, pues, fuisteis resucitados juntamente
con Cristo”.
Estos versículos comienzan con la resurrección y terminan
con la resurrección, y los versículos intermedios nos hablan de triunfar en la
cruz. Permanecemos firmes en la posición de resurrección y triunfamos en la
cruz juntamente con el Espíritu de Cristo procesado.
¿Cómo podemos hacer esto en nuestra experiencia?
La declaración que hicimos anteriormente lo explica así: El
Señor ha muerto, y nosotros también hemos muerto en Él. Satanás, quien tiene
dominio sobre el viejo hombre, sólo nos puede acosar hasta que uno por la fe se
ve muerto en la cruz. La resurrección está fuera del alcance de Satanás. Así
como Satanás no tenía nada en Cristo mientras estaba en la tierra (Jn. 14:30),
tampoco nada tiene en Él, ahora que está en resurrección.
La Nueva Vida, no le da cabida alguna a Satanás.
¡Él no tiene ninguna autoridad en la Nueva Vida y no
puede ni aun tocar nuestra Nueva Vida! Él puede tocar y manipular las partes de
nuestro corazón que todavía están bajo su autoridad, pero lo que el Señor
libró, libre está, y fuera del alcance de la autoridad de Satanás
Cuando el Señor Jesús colgaba en la cruz, parecía que las
mentes de los demonios que lo rodeaban, pensaban que podrían destruir al Hijo
de Dios mediante la muerte. Esta iba a ser su mayor victoria. No tenían la
menor idea de que Cristo iba a entrar en la muerte, salir de la muerte y vencer
la autoridad de la muerte y destruir todo el Imperio de Satanás. Este es un
hecho glorioso: el Señor salió de la muerte y resucitó. Por eso, tenemos el
valor y la seguridad para decir que:
¡La Vida del Espíritu del Dios Triuno, ha
echado fuera la muerte en toda la creación!
¿Qué es la Vida de Resurrección?
La Vida de Resurrección es una Vida que ni la muerte, ni
Satanás ni sus demonios, ya no puede tocar. Es una Vida que trasciende la
muerte, que va más allá de los linderos de la muerte y que sale de la muerte. Y
esta es nuestra realidad en el Espíritu de Cristo procesado. El poder de
Satanás sólo se extiende hasta la muerte. El Señor Jesús demostró con Su
resurrección, cuán grande es el Poder y la Autoridad de Su Vida, con la cual
desmanteló todo el poder de Satanás en todo el universo. La Biblia llama a este
“el poder de su resurrección” en Fil. 3:10;
10 a fin de conocerle, y el
poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a
ser semejante a él en su muerte,
Cuando este poder de resurrección se expresa a través de
nosotros, todo lo que ha sido llevado a cabo por Satanás es ahora totalmente
derribado y ha quedado obsoleto.
Podemos resistir a Satanás, porque nuestra Nueva Vida es
una Vida de Resurrección. Esto pasa en nuestra experiencia, cuando en nuestros
corazones, tenemos plenamente formado el Espíritu de Cristo en nosotros,
el cual no tiene nada que ver con Satanás, ni con sus demonios. Ya no puede ser
ni amenazado, ni tocado; tentado tal vez, pero sin ninguna opción de victoria.
Tal vez aún no tenemos el poder que tiene Satanás, pero tenemos la Autoridad de
Cristo que puede someter todo poder.
Nuestra Nueva Vida está totalmente llena de la Vida del
Espíritu de Cristo procesado; es una Vida que surge de Su muerte y sigue en la
Eternidad en la Nueva Jerusalén mediante una vida de resurrección.
El poder de Satanás sólo se extiende hasta la muerte. Todo
lo que Satanás puede hacer se encuentra dentro del lindero que llega hasta la
muerte. Tenemos una Nueva Vida que él no puede tocar, la de la resurrección de
Cristo.
Si estamos firmes sobre el terreno de la resurrección
juntamente con Cristo, y podemos mirar triunfalmente atrás a través de la cruz
podremos ver lo que dice Colosenses 2, que nos habla del triunfo de la
resurrección. Este capítulo trata sobre la resurrección, no sobre la muerte. No
es que nosotros, por medio de la resurrección, triunfemos en la esfera de la
muerte; más bien, es por medio de la muerte, que ahora nos encontramos
triunfantes en la esfera de la resurrección.
A fin de resistir a Satanás, todo Hijo de Dios debe
declarar con una fe firme:
“¡Gracias a Dios, he muerto y he
resucitado en Cristo! Satanás: ¿qué puedes hacer ahora? ¡ABSOLUTAMENTE NADA!
Todo lo que Satanás haces, llega a su fin con nuestra
muerte juntamente con Cristo.
¡La Vida de resurrección que ahora poseo,
en no tiene nada que ver contigo Satanás! ¡Es intocable!
¿Qué más podrías hacer?
¡Careces de toda autoridad! ¡Mi Nueva Vida
de resurrección ha trascendido sobre ti! ¡Satanás, aléjate de mí, debido a la
Autoridad de la Vida de Cristo que poseo!”
Hermanos y hermanas, que el Espíritu del Dios Triuno tenga
misericordia de nosotros, para que todos tengamos la clase de fe que pueda
alcanzar todo nuestro corazón. Ejercitemos nuestra fe con respecto a las
victorias logradas por Cristo en beneficio nuestro, y ejercitemos una fe firme
y real, a fin de resistir a Satanás y sus demonios, y nos encontrarnos más que
victoriosos encontrándonos un día de esta vida, con el Espíritu de Cristo
procesado formado completamente en nuestros corazones en nuestra experiencia.
A Él sea la Gloria y todo Honor. Por los siglos de los
siglos. Amén.
¿QUE TE PARECE Y QUE PIENSA HACER AL RESPECTO?
Armando Zanolla
Berlín, el 20 de agosto del 2014
Berlín, el 11 de diciembre del 2014